Cada vez peor.

Gregorio Manzano, entrenador del Sevilla, ha cavado su tumba y coartado su continuidad con los últimos resultados, con su trayectoria irregular durante la temporada y con algunas decisiones un tanto inexplicables que han dado un resultado pésimo al equipo. La última, en Pamplona, fue por ejemplo dar la titularidad a Lautaro Acosta en la banda derecha, dejando a Diego Capel en el banquillo. El argentina apenas ha actuado esta temporada, pero estuvo por delante de Alfaro a la hora de conformar el once ante Osasuna. La remontada de los navarros en la segunda parte, con un 0-2 a favor de los nervionenses, ha sido uno de los episodios más tristes de la temporada.

Decisiones como estas han sido habituales en los últimos meses. Una de las más escandalosas, y con peor resultado, fue la tomada ante el Getafe, cuando el Sevilla aún tenía opciones de Liga de Campeones. En un partido que el equipo hispalense debía ganar, Manzano optó por una defensa de cinco jugadores. No sólo eso, sacó al canterano Luis Alberto con el partido cuesta arriba con el equipo asolado por las bajas. El planteamiento del pasado sábado, ante el Real Madrid, timorato y atenazado, tampoco ha gustado nada en el sevillismo, ni en las gradas ni en la planta noble.

Todo ello, se suma a algunas decisiones y sucesos un tanto inexplicables, como la aparición/desaparición del equipo de Sergio Sánchez, su problema en Oporto, la suplencia de Escudé en aquel partido, las quejas de Cáceres y la supuesta preferencia por Alexis, la titularidad de Zokora y Romaric tras su acto de indisciplina en Barcelona en la primera vuelta, el ostracismo absoluto de Alfaro y las pocas oportunidades a la cantera.

Por supuesto, no todo lo hecho por Manzano ha sido negativo, pero sus errores y fallos han pesado, pesan más que sus aciertos, que también los hubo en algún momento. Tanto pesan que el de Bailén no seguirá en el banquillo del Sevilla.

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